Experiencia

A diferencia de otras energías renovables, el biometano requiere una inversión limitada en infraestructuras. Además, como se produce mediante la digestión de biomasa procedente de subproductos, residuos de procesos industriales y materia orgánica, se considera neutra en cuanto a emisiones.
 
También gracias a los incentivos específicos promovidos a nivel europeo para hacer económicamente viable su uso, hoy en día la producción y utilización de esta fuente está recibiendo un fuerte impulso.

Cualquier infraestructura realizada con estructuras metálicas está sujeta al fenómeno que se produce cuando materiales como el hierro y el acero entran en contacto con un electrolito como el suelo.
 
La corrosión electrolítica no puede eliminarse por completo, pero ya en la fase de diseño y construcción pueden tomarse medidas específicas para reducir significativamente sus efectos.

Su combustión no emite dióxido de carbono, sino vapor, y es más fácil de transportar y almacenar que la electricidad. Son estas características las que hacen del hidrógeno el aliado ideal para la producción de energías renovables.
 
En la actualidad, el hidrógeno solo puede inyectarse en la red de gasoductos y mezclarse con gas natural hasta determinados porcentajes, por lo que nuestro principal objetivo es crear sistemas y dispositivos que puedan superar esta limitación.

Para obtener la máxima energía posible en los momentos en que se dispone de fuentes renovables como el sol y el viento, es necesario gestionar los «electrones verdes» en el tiempo y el espacio.
 
La respuesta a esta necesidad es el Power-to-gas, una tecnología que transforma el excedente de electricidad en moléculas de gas que pueden transportarse a largas distancias a bajo coste y ofrece la posibilidad de almacenar estacionalmente la energía renovable.

Integrar distintos tipos de energía y tomar decisiones autónomas para optimizar su distribución: las redes inteligentes son un ambicioso proyecto por el que, en un futuro muy próximo, la energía se gestionará a través de redes capaces de regular instantáneamente flujos múltiples, discontinuos y bidireccionales.

El agua es un recurso primario, una necesidad básica para la vida, y como tal requiere una gestión adecuada que sea estratégica desde todos los puntos de vista: tanto institucional como medioambiental y económico.
 
El objetivo es automatizar el proceso mediante la digitalización de las redes de agua, consiguiendo así optimizar los recursos, las inversiones y la gestión de datos y aportando no sólo una oportunidad de negocio para las empresas, sino también y sobre todo un beneficio social para la comunidad.